
La maleta ya estaba deshecha, la ropa ya ocupaba los cajones y perchas. Me faltaba por desempaquetar varias cajas, los libros, juegos para la consola, y varias cajas cuyo contenido ni me acordaba. Mientras, me tumbé unos segundos en el sofá, sobre la tela naranja que había comprado en IKEA.
Era la primera vez que vivía más de dos meses fuera de mi hogar, pero como profesor de secundaria no me quedaba otro remedio, y una mezcla de temor e incertidumbre se agolpaba en mi cabeza desde hacia un par de meses. Por una parte deseaba probarme a sí mismo y experimentar qué sería vivir en el “exilio”, dejando atrás la vida en pareja, la familia a cinco minutos, la vida en el barrio, y miles de entretenimientos, cines, exposiciones, teatro... Quizás era como una prueba, una especie de forma de empezar de cero.
Me levanté, calenté un poco de agua y preparé un té... ya terminaré de ordenar mañana.
1 Sept.08
Era la primera vez que vivía más de dos meses fuera de mi hogar, pero como profesor de secundaria no me quedaba otro remedio, y una mezcla de temor e incertidumbre se agolpaba en mi cabeza desde hacia un par de meses. Por una parte deseaba probarme a sí mismo y experimentar qué sería vivir en el “exilio”, dejando atrás la vida en pareja, la familia a cinco minutos, la vida en el barrio, y miles de entretenimientos, cines, exposiciones, teatro... Quizás era como una prueba, una especie de forma de empezar de cero.
Me levanté, calenté un poco de agua y preparé un té... ya terminaré de ordenar mañana.
1 Sept.08

